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TEBO: DESDE LA UNIVERSALIDAD HACIA LO CARIBEÑO

Sacha Tebó es un teórico que aprecia y da constancia de las acciones como reflejos del estado existencial.  En el curso de su vida – argumenta – el hombre duerme y actúa.  En la acción están mente y cuero, aunque esta acción esté ordenada o desordenada.  Una acción ordenada es la de libertad; desordenada, la de la huida (citado por R.B.R., Listín Diario 7-10-83).

Las disquisiciones, que son parte de la espontaneidad humanística de Sacha Tebó, resultan tanto filosofía sobre el hombre en su relación al cosmos, lo mismo que recurrencias que argumentan sobre él y su disposición respecto al acto de la creación.  La sumersión en el pasado, la capacidad de retrotraerlo mediante la memoria, y la libertad para conceptualizarlo en una dimensión actual-ilusoria, representan elementos de un esteticismo retórico que permiten entender sobre todo la obra pictórica de Tebó desde sus fundamentos argumentales hasta la sencillez de su escritura.

En correlación a la actitud existencial y filosófica que nos hablan del Tebó hombre, encontramos al Tebó artista.  Su ejercicio recreativo se cale, en pintura, del antiguo método del encáustico, basado en el uso de la cera de abejas, de óxidos metálicos y de la tierra, con los que logra una disuelta, compacta y suave textura expandida con espátula y esponja.  Sobre esta textura realiza una grafía de inciso directo y cuya significación aflora con el frotage de la pigmentación cromática.

Por similitud, el grfismo pictórico de Sacha Tebó nos hace recordad el recurso ideográfico de remotos escribas como el egipcio o el asirio, y en su ritmo, intención y habilidad, tiene la gracia de aquellos pintores mesolíticos que dejaron ejecuciones en distintos lugares del planeta.  Pero más que vincular a este artista con unas lejanas referencias, tenemos que asociarlo con su tiempo y con su medio.  Sacha Tebó es un artista caribeño, oriundo de Haití, en donde estudió arquitectura y desde donde se proyecta con una obra pictórica que si bien evidencia alguna relación nacional e isleña, es de los que se aparta de la reconocida tradición “naif” del arte haitiano.

Centrando la atención en las realizaciones artísticas de tebó, puede apreciarse que en las mismas, es la línea no sólo se nos revela en su estado primario, sino que es consecuencial a los asuntos que ha abordado el pintor.  Cuando tal elemento ondula reiteradamente su ritmo, el resultado ha sido unas figuraciones en las que la negritud femenina o la embarcación, por ejemplo, adquieren el carácter simbólico de los trópicos.   Cuando esa línea entrejuega a un seguimiento arítmico, lo representado lindea entre lo fantasioso y lo real, entre lo mágico y lo objetivo.  Sacha Tebó consigue hacer de la línea un recurso abierto de libertad recreativa y un medio liberado para conceptualizar visiones.  Con el color, sus puntuales campean con la misma firmeza que cuando hay carencia de cromatismo, aunque dentro del límpido espacio del blanco nos muestre una gran dosis de pureza y sobriedad.

En sus trabajos escultóricos, caracterizados por una ligereza en el tratamiento del material, está presente la línea.  Sus formas no hacen más que recalcar el esteticismo que reducirlo  a lo “minimum”  es además abierto no tan sólo como ideas o visiones de quien la extrae de un ejercicio-memoria, sino como textos o reflexión de cada espectador.  En fin, que Sacha Tebó, teórico de la libertad recreadora y esteta de la línea, asume lo universal para trasbordarlo hacia lo caribeño.

Por Danilo de los Santos

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